miércoles, 30 de septiembre de 2009

Dígalo con Flores

El frío invernal se resiste al tan esperado cambio de estación. No quiere irse ni entregarse a su fatal destino sin dar ardua y dura batalla, haciendo gala de su resistencia; por eso, nos castiga con sus agonizantes lloviznas, como si fuera un moribundo que no se resigna a la muerte y se aferra a la vida, dando fuertes manotazos que son sus últimas fuerzas y, que poco a poco, son cada vez más débiles.



Nuevamente, con su kilométrico manto floral, llegará la primavera (estadísticamente, según el Senamhi y el calendario, se supone que ya llegó). Muestra de esto son los últimos días acompañados del sol, que se interpreta como una invitación al relax y al ocio.

Primavera, estación en la cual Cupido, irresponsablemente, deja su temido arco y sus peligrosas flechas “envenenadas” de amor para que juegue el azar; y este, como si fuera un simio ciego, empieza a jugar disparando a diestra y siniestra, a quemarropa, sin compasión, sin medir los peligros; muchas veces a traición y nosotros, los simples mortales, que somos los “blancos perfectos” de las flechas, pagamos injustamente con creces la consecuencias de estas “travesuras”.

Creo, por esta razón, que la primavera es la estación cómplice del amor, de los jóvenes, de los enamorados, de las flores, mariposas y demás bichos que zumban y viven del néctar que producen aquellas. Quizás, por ese motivo, cree que tiene el derecho de demorarse.



(…)

En el colegio, yo era el clásico chico educado; además de ganso, tímido y ahuevado.


Mi vida transcurría con mucha volubilidad templándome de chicas, en ese entonces, inalcanzables, lindas, lejanas, agrandadas y engreídas.

Aquellas ninfas negadas desde ya, por diversos motivos –por citar algunos ejemplos-- tenían enamorado, (casi por lo general, chicos mucho mayores que yo en ese momento, incluso universitarios); o me veían como el clásico “amigo-confidente” (según algunas de ellas porque les “inspiraba confianza”); o simplemente no me imaginaban como su flamante enamorado.

Aunque también hubo de aquellas malvadas que hicieron creer a medio colegio que yo era “raro” (o sea gay).
Felizmente que esto no llego a oídos de mi madre, una respetadísima señora católica ultra ortodoxa, que se autoproclama conservadora de las buenas costumbres y la moral.
Si se hubiese enterado lo que se especulaba de su preciado hijo; estoy seguro que le hubiera dado un paro cardíaco. No sin antes haber exigido a mi padre que me bote de la casa y me quite el apellido.

Como felizmente no sucedió esta parte de tragedia sigo gozando del especial cariño de mi madre (y, supongo, también de Dios) y, cómo no, del abolengo y estirpe de mi familia.

(…)

Lo fundamental es que estas beldades de chicas conformaban mis amores platónicos en mis afiebradas y libidinosas noches, cuando una mano consoladora, tibia y traviesa, se escabullía y se perdía entre las sabanas suavemente. Eran sus nombres los que susurraba, la imagen de sus rostros y sus curvilíneos cuerpos los que se dibujaban en mi mente, como si se trataran de diosas griegas ebrias de lujuria.

A decir verdad esto casi no ha cambiado mucho en mi vida. Pues la mano ya no se pierde entre las sabanas, tan seguidamente, como antes, en las noches.

Además ahora puedo “acosar” a colegialas de quinto de secundaría; seducir y corretear, sin vergüenza alguna, a “cachimbas” o universitarias de primeros ciclos que apenas acaban de tramitar su D.N.I.

(…)

Como se imaginaran, por aquellos años escolares, yo no era el único que sufría viviendo amores febriles en silencio y de noche.

De entre toda mi patota de amigos y compañeros aguantados, "arriolas " (o arrechos) que vivían, como yo, con las hormonas a punto de hervir, cabe resaltar uno de ellos.

Mario Flores, o simplemente Flores para los amigos, casi le sucedía lo mismo. Se enamoraba de chicas lindas y sufría porque estas pasaban por su vida sin darle ninguna chance, ni un cuarto de bola; es más, ni lo miraban siquiera.

Flores era uno de los chicos más románticos, soñador y férreo defensor del “amor verdadero” que conocí en mi vida. La naturaleza no lo doto de una apolínea figura, era más bien bajito, enclenque, muy trigueño (cobrizo), mas poseía un especial talento: le caía bien a todo el mundo, era el clásico “amigo de todos”.

Hay una frase que utilizan aquellas personas que se juran no discriminadores, pero dividen a las personas en gente linda (entiéndase con este término a las chicas y chicos “nice”, pintones, platudos y regios. Los “maso” (más o menos, ni mucho ni poco, personas comunes y corrientes). Y los “buena gente”(los chicos y chicas que son, en este caso, como Flores). Esto era muy común escuchar cuando hablaban de él, sobretodo, en los baños de chicas del colegio. Los comentarios sobre Flores terminaban con una gélida voz, como si fuera una sentencia, “es solo buena gente”.

(…)

Él, a punta de perseverancia y una grandísima paciencia, se ganaba rápidamente la amistad y aprecio de las féminas. Tanta confianza le llegaban a tener que fue “nombrado” (y apodado) oficialmente por todos como “Cupido cholo”, “chasqui de amor” o “Doctor Corazón”. Resultaba curioso, pues el no había tenido ninguna enamorada; sin embargo, aconsejaba como la experiencia misma en persona.

También hacía las veces de pañuelo de lágrimas, de cartero (entregaba cartas de amor, claro), de recitador y compositor de poesías suicidas, de trovador experto en unir corazones solitarios; además de” ayudar” y ser una especie de cómplice que fijaba y “arreglaba” con las citas a chicas y chicos tímidos.

Nosotros, mis amigos y yo, habíamos escuchado muchas historias sobre Flores, historias que hacían dudar, muchas veces, de su sexualidad; por eso, preferíamos mantenernos al margen, lejos de él y su séquito de hermosas damiselas, aunque muchas veces recurríamos a él, con el rabo entre las piernas, para que nos presentara a alguna chica que nos interesaba y nos quitaba el sueño, ya que tenía amigas por montones y, por si fuera poco, conocía los secretos más oscuros e íntimos de todas ellas.
Cosa que envidiábamos.

(...)

Flores aprendió y acumuló mucha experiencia, pero lo que ignoraba totalmente le llego de una manera brutal, inesperada, violenta...


(...)

[This history will continue ...]

NOTAS IMPORTANTES


Acabo de resolver el problema de mi computadora. Después de gastar modestas sumas de dinero y luego de mil y una aventuras por la avenida Wilson, debo decir que esta bitácora cibernética ha vuelto RECARGADA.

Esta es la razón por la cual decidí cambiar el formato de algunas historias como esta. Como es un poco larga, me vi en la necesidad de partirla en dos partes. Con la intención de que, ahora sí, me lean.

Espero sus comentarios, así como su opinión de este nuevo estilo.
Ahora me despido con esta canción muy alegre y pegajosa; que viene con lo mexicanos CAFÉ TACUBA (que hace poco estuvieron de visita por estos lares). Sin más preámbulo a continuación les dejo con el tema LAS FLORES con referencia a esta estación (y también al apellido del protagonista de esta historia).


martes, 29 de septiembre de 2009

La Prima "Vera"

Hace meses que estoy “castigado” por cometer “actos indecentes” en un hogar cristiano (o sea en casa), según mi madre. Y como parte de ese “castigo” es asistir todos los domingos a misa, sin excusa de por medio, a la parroquia, administrada por el padre Manuel, un curita franciscano con un claro y jocoso acento español, que además de confesarme cada semana y escandalizarse de mis “pecadillos” es un gran “aliado” de mi madre.

A decir verdad, no me disgusta mucho ir a misa; ya que me encuentro con varios “conocidos” (entiéndase con este término a antiguos amigos, que dejaron de serlo cuando me alejé, por decisión propia, de la religión y ellos consideraron este hecho, algo así como una traición).

(...)
El último domingo, después de terminada la misa, en la hora en que la gente se aglomera en la puerta para salir de la iglesia, logré burlar la mirada vigilante y acechadora de mi madre y me escabullí entre la gente, hasta poder estar seguro de perder a mi madre de vista.

Luego, salí despreocupadamente de la iglesia con el último grupo de gente y crucé raudamente la plaza, alegre como un niño pequeño, por mi pequeño triunfo. Me senté en las gradas del pabellón, y me compré un pucho.

Cuando vi pasar a mi gran compañero de aventuras, F que no veía hace un buen tiempo.
Lo llamé y noté que el pobre tenía una cara de depresión, capaz de convertirse en un suicida en potencia.

- Estoy enamorado de una chica, la chica “perfecta”, hermosa como la primavera [esta es una señal que confirma que F realmente sabe lo que dice. Significa que esta chica le había, por decirlo de algún modo, “movido el piso”], me cae recontra bien, siento que somos “almas gemelas”, es lo mejor que me ha pasado… Pero…, comenzó a relatarme.

- No le veo el problema, fíjate que yo pensé que eras gay y ya me dabas miedo, pues me estabas preocupando, dije en son de broma aunque cabe recalcar que en todo el tiempo desde que somos amigos, nunca, pero nunca se le conoció ninguna enamorada o que estaba en algún “plan” con alguien. Era un misterio.

- Lo digo muy en serio. Es que hay un gran problema, me respondió.

- ¿Así cuál?, aduje ciertamente un poco sobresaltado por el modo de contestarme.

- Puta madre. Ella es… es mi prima.

(…)
Si bien es cierto que las historias de amor entre primos y/o familiares no son nuevas, aunque estas fascinan, pues siempre hay un cierto sabor que bordea con lo incestuoso,con lo prohibido, con lo secreto; acompañado de un tufillo morboso.

Además, cabe decir que estos amores están ya de por si, condenados al fracaso, en algunos casos amores tormentosos con un final trágico. Al estar con algún familiar tuyo, divides a la familia, pero lo peor es que es tu propia familia.

Es cierto que los primos se pueden casar, la iglesia lo permite, pero con toda tu familia en contra. Y todo se convierte en un sinfín de problemas Sino las grandes cadenas de telenovelas, no explotarían estos casos.

Que tu hijo no es tu hijo, que tu primo es tu hermano, que tu tío es tu padre, que tu abuelo es tu padre, que tu madre es tu hermana, etc. En fin historias alucinantes dentro de otras historias aún más alucinantes dignas de algunos gramos “polvos mágicos”.

Pero no nos salgamos del tema.

Es común las historias de que muchos chicos cuentan y se jactan que se iniciaron en el arte del ósculo (o de besar) con muchas de sus primas, pero que no pasó de eso, de ser un affaire, una experiencia o como todos tus “patas” ya habían besado y tú todavía no, alguna de tus primas se compadeció de ti y te hizo el favor de enseñarte a besar, en fin detalles que no tienen relevancia en el tema.

Es cierto que el incesto nos ha acompañado desde siempre, desde gente común y corriente hasta personalidades o personas de cierta fama.

Me explico, se puede entablar una relación SERIA con una prima (que es la más común, pero también se puede hacerlo con una tía, sino me creen pregúntenle al recientemente premiado y vanagloriado escritor antichavista, Mario Vargas Llosa, que no es un secreto que se enredó con unas de sus tías, lejana, pero su tía al fin y al cabo, para finalmente, casarse con una de sus primas (Patricia Llosa) en la vida real.



(…)
También esta presente en el arte, como en la Literatura — por ejemplo—en la obra cumbre del gran escritor colombiano Gabriel García Márquez (“Gabo”, para la gente de la Facultad de Letras), “Cien años de soledad”, en la cual el incesto es abordado como uno de sus temas particulares dándole un sentido pecaminoso y estigmatizado (por la cola de cerdo, que tienen los hijos cuyos padres fueron parientes entre sí), aquí les dejo un fragmento, a manera de resumen de todas las relaciones incestuosas plagadas a lo largo de toda el libro, para que me entiendan mejor:

La historia comienza con la relación entre dos primos: José Arcadio Buendía y Úrsula, quienes crecieron juntos en la antigua ranchería, y tienen referencia de unos tíos suyos que tuvieron un hijo con cola de cerdo.


Posteriormente José Arcadio (hijo del fundador, y al que diferenciamos con el padre por el simple hecho de nombrarlo siempre sin el apellido para evitar confusiones) se casa con Rebeca Montiel (hija adoptiva), en una supuesta relación de hermanos, pero en realidad nunca se habían conocido bien porque él se fugó en su adolescencia con los gitanos mientras ella estaba comprometida con Pietro Crespi.

Cuando llega inesperadamente José Arcadio a la casa se enamora instantáneamente y se casan, cosa no aprobada por la familia, especialmente Úrsula que considera eso traición.



(…)
Aureliano José se enamora de su tía Amaranta en una relación frustrada, llegando a proponerle matrimonio, pero ésta lo rechaza. También se puede relacionar el amor de José Arcadio (hijo de Aureliano Segundo) con Amaranta (su tía), frustrado pues ella muere y él estudia para ser Papa, invoca esa frustración hacia la homosexualidad.


Finalmente se presenta la relación entre Amaranta Úrsula y su sobrino Aureliano Babilonia quienes desconocen el parentesco de Aureliano Babilonia debido a que Fernanda del Carpio, abuela de Aureliano y madre de Amaranta Úrsula, ocultó la verdad de su origen”.


(Más información hacer click en la palabra subrayada ENLACE).


Finales trágicos ¿no?

(…)
Afortunadamente, en mi caso no hay, por parte de madre ni de padre, primas “cercanas” a mí.


Cuando me refiero a la palabra “cercanas” hago alusión a muchos parámetros, en esta ocasión lo haré con énfasis a la edad.


Que quede claro que sí, tengo primas que son contemporáneas mías, además de ser muy simpaticonas-- por citar los mejores ejemplos -- mi prima Kathy, que me lleva dos años, estudia en el extranjero y solo la veo cuando está de visita en Lima en vacaciones y Lizeth que no nos vemos casi nunca a pesar de que vivimos y estudiamos en la misma ciudad y tenemos la misma edad.


Aquellas son las primas, relativamente, más “cercanas” a mí, en ese sentido. Aunque vale decir que no son las únicas.

Además nunca me había imaginado ni pasado por la mente la idea de estar con una de ellas. No sé, con Kathy, que se pude decir que fue la prima con quien crecí, pues tenía más relación con ella ya que la veía mucho cuando éramos chiquillos y jugábamos inocentemente, me acostumbre a verla con ojos de "hermano", sin malicia,sin lujuria. Y como "hermano" no me pasaría nunca por la cabeza siquiera la probabilidad de enamorarme de ella.

(...)

Sería admirablemente valiente la pareja de primos que decide poner por encima de todo su amor, no importándoles el “qué dirán” ni el que tengan al mundo en contra para ser felices.
Es más me gustaría conocerlos. Por curiosidad y admiración.

Curiosidad por saber hasta dónde pueden llegar y admiración por haber luchado contra el mundo entero y sus prejuicios, por creer en sus ideales, por no dejarse amilanar y, sobretodo, por creer en el amor verdadero.

Ese amor, el cual yo no creo.

NOTAS IMPORTANTES

--Debido a que mi computadora sufrió serios problemas técnicos; creo que lamentablemente, esta vez, mi PC ya no tiene salvación.

En fin, me sentí en la necesidad de postear desde el laboratorio de la Universidad o de las molestas cabinas de internet, hasta que logre ahorrar lo suficiente para comprarme otra.

Agradezco su comprensión y, por si acaso, sorry por los "horrores" ortográficos y gramaticales, si es que encuentran alguno...

Hay una excelente canción llamada “LA PRIMA LEJANA” que se viene desde Argentina, que la cantan los, muy famosos, AUTÉNTICOS DECADENTES. Aparte de ser una historia graciosa, está dedicada por los que vivieron una relación prohibida con alguna de sus primas.






VIDEO DE LA SEMANA
Después de estas profundas reflexiones, me atreví a colgar un comercial de la cerveza alemana HEINIKEN, porque ya se viene el OKTOBERFEST y me dio tanta sed que salí disparado a comprarme una. El comercial se titula “la mirada desconfiada ” ya verán el por qué.


Me despido, diviértanse y SALUD…