De nada valdría tener por enamorado o enamorada, según sea el caso, a un cuerazo si te dice un día que te ama, al otro que “está confundido” y luego que te ama otra vez o nunca más te vuelve a amar.
¿Total cómo es?
(…)
J me mandó a la M…dicho en otras palabras, me mando al cuerno.
En posteos anteriores iba anunciando, como si fuera la buena nueva, que ya casi (pero casi no es suficiente) estaba con J.
Aprendí que no debo cantar victoria antes de tiempo. Pero como desconfiar, si por primera vez en mi vida todo iba bien; en el “gileo” ni hablar, la estaba haciendo linda. Todo me favorecía.
Imagínense que estaba dispuesto a cambiar mis malos hábitos por ella. Pero, sobre todas las cosas, esta vez, ya no quería cagarla, fregarla ni estropear lo que se vaticinaba como una relación duradera.
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Creo que J fue otra chica, que como muchas, pasaron por mi vida y me dieron bola, me dieron esperanzas, luego se quedaron un ratito conmigo, hasta que yo empiezo a reaccionar y a creérmelo y a pensar, que esta vez, que si lo intento todo podría ser diferente, hasta llegar a tener un final feliz.
Aquellas damas con sus uñas largas y delicadas que con una sonrisa se acercan, rompen la armadura de hierro que protege y rodea a mi corazón, me ilusiono y luego se escapan, se van, huyen, desaparecen y me dejan el corazón hecho un guiñapo, un trapeador.
(...)
Antes de todo esto jure que si no se concretaba esta relación me desquitaría en el Blog; y eso será exactamente lo que hare en estos momentos. No lo haré como si fuese una venganza, porque sé que ustedes lectores, me malinterpretaran como un despechado más.
Aunque, si me hubiera apresurado un poco en formalizar mi relación con J, tal vez no estaría escribiendo estas líneas maltrechas, pero era previsible que tarde o temprano terminara con ella y con el corazón hecho una albóndiga.
Nada es perfecto en esta vida. Todo tiene un defecto, aunque sea uno solo. Si para el guerrero heleno Aquiles, su talón era su punto débil; de J su punto débil era su inquebrantable indecisión, acompañada de su brutal volubilidad.
(...)
Felizmente, esta no fue una choteada pública. No fue necesario hacer escándalo ni pasar alguna vergüenza.
Si no que fue una choteada a medias, solapada, larga y lenta, una auténtica tortura china, y por ende, mucho más dolorosa.
Déjenme explicarles el por qué:
Cuando te “mandas” a una chica y esta te dice que NO. Te das cuenta rápidamente que esta vez perdiste. Entonces, ya depende de ti si; la sigues afanando o ya no (supongo que no le rogaras. ¿O si?).
Si quieres seguir insistiendo, tendrás que cambiar, inmediatamente, de método de enamoramiento. Así la próxima vez que la invites a salir tendrás más probabilidades de “ligar”.
Por mí, hubiera preferido la primera de las negaciones; o sea el rotundo, sincero, frío e inmisericorde NO. Así de frente y directo en vez de vivir lo que viví. Además con el NO yo ya estaba “familiarizado”.
(…)
En cambio, en mi caso con J no sucedió nada de eso.
El viernes pasado salimos (J y yo) a bailar a un concurrido centro de lo más “chic”.
Después de conversar muchas horas me decidí a jugarme el todo por el todo. Lo decidí que sería en pleno baile, cuando tocasen una, más o menos, romanticona (no iba a ser tan cojudo de mandarme en un reggaetón).
Y así fue. Cuando estábamos en plenas vueltas, la tome de sus manitas (son pequeñísimas y graciosas), pegue mi cuerpo lo más que pude hacia ella y le miré fijamente a los ojos. Y le dije una breve introducción, que lo bien que lo pasaba a su lado, que lo había meditado mucho… y demás cosas que solo ella y yo sabíamos, le solté la re clásica pregunta muy conocida por todos los varones enamorados:
- ¿Quisieras estar conmigo, linda J?
Acercamos nuestros labios y nos perdimos en un beso.
Yo ya estaba seguro que eso no iba a quedar así, pues tome el beso como la respuesta afirmativa. Pero dense cuenta en ese pequeño detalle: no me respondió nada, no me dijo ni un rotundo SÍ o un definitivo NO.
Después de dejarla en su casa me sentía afortunado, feliz, en paz con todos, volví a creer en Dios y todos los Santos…
Así que en vez de regresarme a seguir con la juerga decidí ir a mi casa a descansar.
(…)
El sábado, en la mañana, la llame para saber si estaba bien y para citarnos más tarde. Salimos, la pasamos, como es obvio, muy bien esto me volvió a confirmar lo que suponía: J era mi chica.
El domingo ella me llamó diciendo que le urgía hablar conmigo. Tuve un mal presentimiento. Llegué muy puntual a su casa.
Ella dijo que lo del viernes fue maravilloso, pero que no estaba en sus planes, que tenía otras prioridades, etc. En otras palabras que le diera un tiempo para pensarlo bien. Lo comprendí, tenía algo de razón aunque me disguste un poco. J debía ordenar sus sentimientos y pensamientos, quizás esto era muy rápido para sus 16 años.
La angustia me empezó a consumir, fue la semana más larga de mi vida. El suspenso se convirtió en intranquilidad, no podía concentrarme, paraba en la luna; fue un tormento esa semana.
La llamé el viernes, directamente, a saber la respuesta. Ella me dijo en un susurro, que me pareció maquiavélico, NO SÈ.
El cavernícola que dormía en mi se despertó, la ira se apodero de mí y comencé a reclamarle que no sabía cómo había pasado la semana a medio comer, que no tenía derecho a jugar con mis sentimientos, etc.
Solo me callé cuando la oí sollozar; ahí recién me asusté por lo que había hecho.
Me dí cuenta que de nuevo la cagué todo.
De nada valdrían mis disculpas y atine a cortar. Me sentí el ser más miserable y baboso del planeta.
También supe que me faltaba mucho por conocer a J, pues me sorprendió que fuese así de indecisa y yo no lo hubiera notado. Y lo comprobé que J es de esas chicas que sus decisiones son a medias, sus respuestas suelen llegar en capítulos como si fuera una telenovela brasileña que se termina justo en la parte más emocionante y te deja en suspenso. Así era J.
(…)
Ya más calmado me encontré con J en la calle. Ahora su mirada hacia mí era fría y apagada.
J me dijo que los dos somos los únicos culpables de todo lo que pasó.
Pero si nos hiciéramos un examen de conciencia, tendríamos que reconocer que fue ella quien avivó nuestras diferencias con su indecisión y sus actitudes más volubles que los pronósticos del Senamhi.
Además, ella me ha pedido que, por favor, desaparezca, que me evapore o que me “muera” por un tiempo, que renuncie a ella.
En conclusión, para que ella vuelva a vivir tranquila, feliz y no se acuerde de mí, tengo que morir.
¿Qué cosas no?
-En primer lugar quiero decir que estoy publicando poco a poco; ya que el USB que contenía mis historias y todas mis monografías avanzadas (casi terminadas) de la Universidad, pereció horriblemente. Se quemó en el puerto USB de mi PC. Ahora tengo mucho menos tiempo porque tengo que ponerme al día en todo. Así que estoy a full y aún así me escape para publicar algo en el Blog.
-Volví a las viejas andadas y manías de un soltero sin remedio, más recargado que nunca (volveré a las incursiones en bares, tabernas y “chupodromos” de mala muerte, volveré a vestirme como me dé la gana y no me afeitaré, los “affaires” estarán a la orden de los fines de semana, volveré a corretear colegialas y mandar correos electrónicos “accidentales” a mis ex; para que se peleen con sus enamorados y un millón de travesuras más.)
-Quedan exactamente siete días para mi onomástico y el primer aniversario de este espacio cibernético. Cómo pasa el tiempo, recuerdo como si fuera ayer cuando te cree.
Ahora los dejo con RENZO GUERRERO, más conocido como simplemente RENZO,un caserito de los kermeses y verbenas en los colegios más exclusivos de Lima (Lincoln, Markham, Peruano- Británico, etc.) con un bonito tema que se que se puso muy de moda,hace ya algún tiempo atrás y es muy bailable. Justo fue la canción con la que saque a bailar y me mandé a J que, al igual que yo, le gusta bailar latin pop.
El tema es QUIERO TENERTE y espero que les guste,más que la modelo del video, claro.
VIDEO DE LA SEMANA
Con la colaboración de una persona a la que quise mucho hace apenas unos días...